No hay dolor que sea eterno

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"-¿Te has puesto triste alguna vez pensando en él cuando estás solo?
- Pues claro. A menudo. Especialmente en la estación en que la luna aparece azulada. O en la estación en que los pájaros emigran hacia el sur. O...
- ¿Y por qué dices claro? -pregunto.
- Porque, cuando nos enamoramos, todos buscamos en la persona amada una parte de nosotros que nos falta. Por eso, al pensar en esa persona, siempre nos ponemos en mayor o menor medida tristes...nos sentimos como si volviéramos a pisar una habitación añorada que habíamos perdido hace muchísimo tiempo atrás."
Kafka en la orilla - Haruki Murakami

Que la música fluya a través del siguiente texto.


Estás sentado en medio de la ciudad. Una vista ordinaria de noche. Cuántas veces no has pasado por aquí y has visto las mismas luces...escuchado los mismos sonidos. Las personas que pasan caminando pueden ser diferentes, pero esa figura de personas caminando es la misma. Hoy fue un día algo extraño, casi confuso. Sucedieron muchas cosas y al final solo pudiste cumplir menos de la mitad. Aquí es donde aparecen las llamadas expectativas vacías y las decepciones que llenan un espacio de tu corazón. No te fue tan bien pero lo dejas pasar. Ahora en esta etapa de la vida contemplas nuevas cosas y dejas de lado los detalles. Hay que seguir caminando en esta guerra diaria. 

Estamos cenando y escuchas apaciblemente el recuento del día. Asientes, preguntas y ríes un poco. Estás feliz porque en medio de tantas dificultades y retrasos -propios de una ciudad y un día como hoy- puedes ver a esa persona que ocupa no solo el espacio que tienes al frente pero alguien que llena tu ser. Conscientemente escuchas y asientes, inconscientemente lo miras y te sonríes para tus adentros y en algún lugar pequeñito de tu mente piensas que no hay mejor lugar y tiempo que ese en el que estás con él. Estos son tus milagros personales. En otro lugar pequeñito de tu mente también guardas una duda. Ha sido el mejor año que has tenido hasta ahora y muchas cosas han cambiado para bien. La depresión que te visita cada año a partir de cierto mes se olvidó de pagar su visita anual. O al menos eso es lo que esperas. Este año has dejado atrás los esfuerzos en vano por los que en otros años te esmerabas. La depresión no está ahí realmente pero puedes sentir una leve presencia, quizás su sombra. Este mes ha sido especialmente difícil y no entiendes por qué. Por qué muchas veces te sientas y se te salen las lágrimas solas. Por qué te acuestas, esperas un rato, te viras y rompes en llanto. Por qué estamos juntos y te siento lejos. Hay una soledad extraña. 

Hoy mientras escuchabas sus dulces palabras de cariño, un cariño que te calienta el corazón, sentías como si fuese un momento tan importante que quizás en unos años -cuando no estemos juntos- lo recordarás con ternura. Este año no hay depresión que llegue como tormenta pero conociste la tristeza de amar. 

Llegamos a un momento serio y preguntas por sus planes a futuro. Él decide compartirlos sin ningún tipo de adornos. Lo escuchas y ves los trazos en el aire que sus manos dejan al hablar. Lo miras atentamente a la cara y notas ese brillo en sus ojos que le viste cuando lo viste por primera vez: es un brillo inconfundible y es una mezcla de ambición y pasión. Hay algo que ha cambiado en él y estás pensando si es realmente un cambio o si es el hecho que finalmente está abriendo su corazón contigo. Tú por otro lado te estás retrayendo más. 

Entre la consciencia y la inconsciencia, el subconsciente y las palpitaciones, los pensamientos y los sentimientos, las emociones que te envuelven y el vacío que te llena...cambias la perspectiva del momento y escuchas la música que está sonando en ese instante. Escuchas atentamente los rumores de las demás personas hablando a tu alrededor y lo miras a él. Te sonríes y sigues pensando 'algo ha cambiado'. Una versión de él transformado. Como algo espontáneo, es como si tu espíritu hubiese salido de tu cuerpo y que, mientras ese espíritu está afuera observando desde lejos la escena entre ambos: tus caras y tu apacibilidad, sus gestos y emociones, de alguna manera también sigue conectado simultáneamente a tu otro yo que está escuchando sentada frente a él. Dos intercambios de percepción y pasividad están ocurriendo dentro y fuera de tu cuerpo. 

Te encanta escucharlo. Verlo y observarlo. Mirar sus cambios de expresión y contemplar su sonrisa. Rebuscar en sus ojos y escucharle sus 'te quiero'. Te encanta su cara, sus brazos...te encanta cómo te sientes con él. Te encantan sus palabras de amor y te encanta esa sensación de adrenalina y nerviosismo que sientes directamente en el pecho y en el estómago cuando te roba un beso. Te encanta su presencia y te encanta su forma de ser. Te encanta su alma. Te encanta él. 

Ahora mismo estás pasando por muchos procesos mentales al tiempo que sientes que ha cambiado un poco, quizás crecido emocionalmente un poco. Te preguntas si a medida que está creciendo va perdiendo un poco de su alma como lo has hecho tú. Te preguntas si en el afán de sus días y de cumplir sus metas no va perdiendo algo de humanidad. Cuando estamos más afanados subimos más las murallas para no estropear el paso al que vamos. En la carrera por las metas muchas veces perdemos algo de corazón. Te preocupas por él y te preocupas por un futuro tan subjetivo. ¿Habrá espacio para ti en esos planes?. ¿Hasta qué punto le serás útil? Aquí es donde te invade una tristeza inconfundible. Quieres una vida con él pero esto, por supuesto, no se lo haces saber. 

Luego él agarra tus manos y las sostiene entre las suyas. Te hace llegar su amor. Su amor es indudable y en este presente nos amamos. 
La segunda alerta suena. Probablemente lo que es hoy no lo sea mañana y ahora es donde el miedo le hace compañía a tu tristeza. Tu inseguridad juega un rol activo y tratas de dar lo mejor. Él te dice lo mucho que te quiere y lo hermosa que eres. Recuerdas entonces esos primeros encuentros que tuviste con él, donde actuabas desprevenida sin planear nada. Si te encontraba fea, loca o hasta tonta no te preocupaba. En un principio no había nada que perder. Pero ahora que luchaste y lo tienes, que lo tienes y lo amas es cuando más perfecta quieres estar para él, es cuando te preocupas de muchas más cosas. Al final de todo, no quieres su ausencia nunca más en tu vida. Lo quieres para ti, no lo quieres perder. Sientes que llorarás pero te tomas un tiempo para despejar esos ánimos. Te sientes amada y abandonada al mismo tiempo: por un presente que es real y un futuro que tienes en mente. Para ti el tiempo transcurre igual mientras tengas una misma verdad: lo quieres ahora, lo querrás para siempre. 

Necesitas un amor loco, uno sin miedo. Uno en el que olvides los modales y los prólogos. Uno en el que tú me hagas sentir tuya y yo te diga que solo eres mío. Uno en el que podamos ajustarnos a los planes de cada uno y en el que puedas mantener tu orgullo, tus principios y al mismo tiempo puedas dar todo de ti en cuanto sientas. Necesitas, más que nunca, sentirte necesitada y querida. Necesitas saber que lo tienes realmente para ti. 

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